El juez estrella Baltasar Garzón ha recibido la sentencia más dura de su vida. La suya propia. Estaba acusado de prevaricación por el Caso Gurtel al haber realizado escuchas entre los abogados y sus clientes. Según la sentencia eso vulnera el derecho de defensa, el caso es que Baltasar Garzón lo justifica porque desde la cárcel, imputados y sus abogados estaban realizando cosas para tapar «problemas». Según la sentencia no había datos de ningún tipo que indicasen que los abogados y sus clientes estaban cometiendo nuevos delitos.
Con esta sentencia parece que han pretendido dejar claro que los jueces no están fuera de la aplicación de la ley. El Tribunal Supremo dicta que Garzón no ha interpretado erróneamente la ley, sino que ha hecho un acto arbitrario.
Por lo visto, ahora resulta que la confidencialidad entre acusado y su defensor es inviolable, cuando ni el siguiente juez, ni la fiscalía se opusieron. Es más, en repetidos juicios con riesgos similares se han hecho escuchas similares. Además, la sentencia compara la manera de actuar de Garzón con la de regímenes totalitarios.
Es complicado no ver que Garzón lleva años, o más bien décadas con los mismos métodos. Con ellos ha encarcelado a muchos etarras, con ellos encarceló a parte de la cúpula del PSOE por el GAL. Se hizo famoso a nivel internacional por perseguir y casi enjuiciar a Pinochet, pero lo que hizo con Chile por lo visto en España no se puede, ni desde dentro.
Por lo visto ahora también investigan al juez del Caso Urdangarín. España puede que tenga un problema.
