Aunque inicialmente la palabra «antioxidante» fue empleada para definir a un producto químico que previniera los efectos del oxígeno, y sus aplicaciones estuvieran más inclinadas hacia los procedimientos industriales, no pasó mucho tiempo hasta que la ciencia comenzó a aplicar el término a ciertos procesos biológicos como la prevención de la oxidación de grasa insaturadas.
Hacia mediados del siglo XX, el descubrimiento de la eficiencia de las vitaminas A, C y E como antioxidantes significó toda una revolución dentro de los conceptos biológicos imperantes hasta ese momento y se abrió un inmenso campo de estudio enfocado a determinar el rol que estas sustancias cumplían en el organismo.
La oxidación es un proceso químico mediante el cual una sustancia transfiere sus electrones a otra que actúa como agente oxidante. Esta reacción química provoca la producción de radicales libres los que a su vez inician reacciones en cadena y acaban por dañar a otras células. Un antioxidante es en definitiva una molécula con la capacidad de neutralizar estos radicales libres y por tanto disminuir la destrucción celular.
La moderna ciencia médica estudia el comportamiento de los radicales libres y la manera de reducir lo que se conoce como «estrés oxidativo» y que es la causa de muchas patologías neurodegenerativas, envejecimiento prematuro y con los procesos degenerativos en general. En la actualidad, las sustancias antioxidantes más conocidas ocupan también un lugar de privilegio dentro de la industria de los suplementos dietéticos por su eficiencia en la lucha contra el envejecimiento celular y la prevención de numerosas enfermedades.
Los antioxidantes se clasifican en hidrosolubles o hidrofílicos (se disuelven en agua) capaces de proteger de la oxidación al citoplasma de las células y al plasma sanguíneo; y en liposolubles o hidrofóbicos (se disuelven en lípidos) que pueden proteger a las membranas celulares. El organismo incorpora ambos tipos de antioxidantes a través de una alimentación variada y de suplementos dietéticos específicos.
Entre los antioxidantes más conocidos podemos mencionar la Vitamina C (ácido ascórbico), glutatión, melatonina, tocoferoles, carotenoides y polifenoles, etc. La incorporación de éstos y otros antioxidantes a las dietas de deportistas profesionales o aficionados, está fundamentada en numerosos estudios que confirman su eficacia en la reequilibrar el organismo tras la realización de ejercicio físico, desequilibrio producido por el aumento en el consumo de oxígeno de una actividad aeróbica y consecuente oxidación.
Aunque por lo general no presentan efectos adversos, las recomendaciones médicas advierten sobre una posibilidad de interacción con otros medicamentos o tratamientos de ciertas patologías, por lo que la supervisión médica es necesaria antes de iniciar la ingesta de antioxidantes de cualquier índole.