Colesterol Alto y Valores del Colesterol

En los últimos años se ha escuchado hablar mucho de «colesterol» y su relación con la calidad de vida y la prevención de enfermedades cardiovasculares. Pero ¿qué es exactamente el colesterol? Su nombre proviene del griego kole (bilis) y stereos (sólido) debido a que los primeros estudios revelaron su presencia en cálculos biliares. Se trata de un lípido presente en los tejidos del organismo y en el plasma de la sangre. Las mayores concentraciones se encuentran en la médula, el cerebro, páncreas e hígado.

Los principales aportes de colesterol provienen de los alimentos que consumimos a diario, en especial los de origen animal, siendo los más ricos en este tipo de lípidos la yema de huevo, los lácteos y las carnes rojas en general. Las funciones del colesterol están bien identificadas y se clasifican en estructurales (componente de las membranas plasmáticas), precursor de la vitamina D (fundamental para el metabolismo del calcio), precursor de progesterona, estrógenos y testosterona, precursor de hormonas como el cortisol y la aldosterona, y precursor de sales biliares (vitales para la absorción de nutrientes).

Aunque nuestro cuerpo necesita de estas grasas para llevar adelante ciertos procesos celulares, cuando los niveles están por encima de ciertos valores, el colesterol se convierte en un peligroso enemigo, capaz de producir graves trastornos a la salud e incluso la muerte. En las sociedades modernas el problema radica en que los alimentos son muy ricos en grasas. Organizaciones internacionales de la salud recomiendan que las grasas que ingerimos a través de alimentos no superen el 30% del total de las calorías que consumimos en el día. Y para lograrlo es fundamental revisar nuestros hábitos alimentarios.

Existen dos tipos de colesterol: LDL (conocido como colesterol malo), y HDL (o colesterol bueno). Cuando los niveles del primero aumentan en la sangre se corre serio riesgo de que comience a acumularse en las paredes arteriales formando un depósito lipídico que acaba por estrechar las arterias y les quita flexibilidad. Si un coágulo queda atrapado en este «atascamiento» las posibilidades de sufrir un ataque cardíaco o accidente cerebro vascular son elevadas. El nivel ideal de este tipo de colesterol debe situarse por debajo de los 100mg/dL.

Por otra parte, se llama HDL al colesterol que se encuentra «en camino» a ser eliminado del organismo. Cuanto más alto el nivel de HDL menores son los riesgos de enfermedades cardiovasculares. En los hombres el valor ideal debe estar por encima de los 40mg/dL y de los 50mg/dL en las mujeres. Para aumentar los niveles de HDL en la sangre es fundamental una alimentación baja en grasas, actividad física regular y abandonar factores de riesgo como el alcohol y el tabaco. En los casos en que resulta difícil bajar los niveles de LDL y/o aumentar los niveles de HDL, situación que puede darse por diversos factores que van desde predisposición genética hasta trastornos en la asimilación de nutrientes, los profesionales podrían recomendar ciertos medicamentos que dificulte la absorción de grasa o facilite su metabolización.

Colesterol HDL o Colesterol Bueno

Además de la producción natural de colesterol que proviene de nuestro propio organismo (un 25%), los alimentos son la otra fuente importante de incorporación de colesterol al cuerpo (75%). De allí que la ingesta de grasas saturadas, grasas trans, y carnes rojas en exceso sea la principal causa de incremento de los niveles de colesterol en la sangre, lo cual puede resultar perjudicial para la salud.

Una de las características del colesterol es que no se disuelve en la sangre por lo que debe unirse a una lipoproteína para ser transportado hasta las células y desde éstas hacia el hígado desde donde es procesado. Una de ellas es la lipoproteína de alta densidad (HDL ó colesterol bueno). Esta lipoproteína junto a la LDL (o colesterol malo) y los triglicéridos, determinan la cantidad total de lípidos (grasas) presente en el torrente sanguíneo de una persona y es fácilmente cuantificable mediante análisis simples de sangre.

La medicina moderna ha demostrado que un alto nivel de HDLcolesterol bueno) indica la cantidad de colesterol que se encuentra en «proceso» de eliminación y que a su vez contribuye a limpiar las arterias saturadas de colesterol malo.

Está comprobado que los niveles de colesterol bueno ó HDL son más positivos en tanto superan los 40mg/dL en los hombres y 50mg/dL en las mujeres. Este es el motivo por el cual se realizan frecuentes campañas sugiriendo el control periódico de los niveles de colesterol en la sangre, de la importancia de reducir el consumo de alimentos ricos en grasas y de buscar las maneras saludables de incrementar la presencia de colesterol bueno.

Para que el nivel de colesterol HDL se vea positivamente elevado es menester revisar los hábitos de alimentación y actividad física. Una dieta rica en vegetales, pobre en grasas, sin tabaco, con un consumo moderado de alcohol (1 ó 2 copas diarias de baja graduacción), y una buena rutina de ejercicios, repercuten significativamente en las mediciones de colesterol bueno en sangre, al tiempo que reducen drásticamente los riesgos de una patología cardíaca o cerebrovascular.

En la actualidad se comercializan en el mercado, compuestos y nutrientes que contribuyen al aumento de HDL en la sangre y a una «limpieza» sistemática del complejo arterial del organismo. Una manera eficiente de optar por la salud atendiendo cada detalle de nuestra calidad de vida.

Colesterol LDL o colesterol malo

Tal vez el uso excesivo del término «colesterol» ha dado lugar a diversos mitos sobre esta sustancia que todos mencionamos pero que pocos conocen en realidad. Contrariamente a lo que se supone, el colesterol es producido por el propio organismo en niveles regulares y que contribuye a la salud integral de todo ser humano, pues resulta de vital importancia para la producción de membranas celulares y ciertas hormonas, entre otras importantes funciones.

Pero a pesar de que naturalmente nuestro cuerpo produce colesterol, también lo ingerimos a través de los alimentos que consumimos a diario, en especial las carnes rojas. De allí que resulte importante mantener controlados los niveles de colesterol en la sangre a fin de evitar el exceso pues podría resultar perjudicial para la salud.

El colesterol es una sustancia cerosa de color amarillento e insoluble en la sangre. Debido a estas características la única manera de que llegue hasta las células es uniéndose a una lipoproteína. Existen dos tipos de lipoproteínas capaces de realizar este transporte: la lipoproteína de baja densidad (LDLcolesterol malo) y la de alta densidad (HDL ó colesterol bueno). ó

Está comprobado que el colesterol LDL malo) tiene la capacidad de acumularse lentamente en el interior de las arterias, formando placas superpuestas que en caso de no atenderse a tiempo pueden provocar una obstrucción arterial con serias consecuencias, e incluso producir la muerte por un accidente cardiovascular.

Las dietas ricas en grasas saturadas, carnes rojas y aceites, aumentan el nivel de colesterol en el organismo con los consiguientes riesgos para la vida. Es importante señalar que también existen factores genéticos que hacen que nuestro organismo produzca colesterol en exceso, pero no es lo más frecuente. Es recomendable que los niveles saludables de colesterol LDL no superen los 110mg/dL puesto que se multiplican las posibilidades de padecer alguna afección cardíaca, ateroesclerosis e incluso episodios graves de tipo cardiovascular.

Una alimentación saludable, buenos programas de ejercicio físico, abandonar hábitos como el cigarrillo y el alcohol que quitan flexibilidad a las arterias y en consecuencia favorecen la acumulación de colesterol malo, y un buen descanso, son fundamentales para mantener una salud arterial óptima.

Existen en el mercado de la nutrición, suplementos y productos de libre comercialización que favorecen la reducción de colesterol LDL en las arterias, una opción saludable para mejorar las posibilidades de vivir más tiempo y mejor.

Dietas que reducen el colesterol

El colesterol es un lípido de apariencia cerosa y color amarillo suave muy similar a la grasa. Se encuentra en nuestro cuerpo de manera natural, puesto que es el propio organismo quien lo produce para cumplir ciertas funciones específicas como la formación de células y hormonas. Pero también los alimentos nos aportan una considerable dosis de colesterol que, acumulándose en las paredes arteriales, puede representar un significativo riesgo para la salud y la vida.

 

Es por eso que resulta muy importante mantener vigilados los niveles de colesterol presente en la sangre a fin de no padecer las graves consecuencias de un infarto o un accidente cardiovascular. Para lograr vencer a este enemigo silencioso de la salud deben ponerse en práctica ciertos hábitos que ayuden a nivelar la presencia de esta sustancia dentro de parámetros de bajo riesgo.

Abandonar el cigarrillo y el café, disminuir el consumo de huevos y lácteos ricos en grasas y moderar la ingesta de carnes rojas y embutidos son las principales acciones a llevar adelante si existe la firme decisión de reducir el colesterol en nuestro organismo. Pero no son las únicas. También es de vital importancia poner en marcha un programa de ejercicios físicos que nos permita mejorar la oxigenación de la sangre y la flexibilidad de los tejidos, y por supuesto, no descuidar los hábitos alimentarios, decisivos en los tratamientos para reducir el colesterol.

Cuando estas medidas no logran los resultados esperados, lo más conveniente es acudir a un profesional de la nutrición que será la persona más apta para diseñarnos una dieta específica para reducir el colesterol de acuerdo a ciertos factores personales como la edad, el trabajo, antecedentes genéticos, índice de riesgo, etc. También podemos optar por algunas dietas conocidas y de resultados comprobados, a modo de prevención o cuando el nivel de colesterol es relativamente bajo:

Desayuno: leche descremada, infusiones o café sin cafeína. Tostadas de pan integral y mermelada. Zumo de frutas ó yoghurt light.

Almuerzo: carne magra ó pollo a la plancha, pescado azul, ensaladas varias, sopa de vegetales.

Cena: Verduras a la plancha, pescado blanco o pollo, fruta.

Colaciones: a mitad de la mañana o la tarde, frutas frescas, yoghurt light, queso blanco light , té o café sin cafeína.

También los licuados de frutas frescas, las infusiones de hierbas o las cocciones de avena son ideales para reducir el colesterol acumulado en las arterias. Cuando este tipo de alimentación se convierte en un hábito saludable, necesariamente el organismo reequilibra la producción de colesterol, no ingerimos grasas de fuentes externas y los resultados son óptimos y comprobables.

Controlar con frecuencia el colesterol de nuestra sangre nos ayudará a disminuir los riesgos de patologías cardíacas severas y a disfrutar más plenamente de la vida con buena salud.

Triglicéridos y Colesterol

Cuando hablamos de colesterol pensamos casi inmediatamente en la necesidad de una dieta baja en grasas, eliminar frituras y otros alimentos como las carnes rojas y los lácteos. Pero a menudo olvidamos que el colesterol es una sustancia que nuestro cuerpo produce de manera natural pues es necesaria para la formación estructural de ciertas hormonas y células.

Por otra parte los triglicéridos son el resultado de una combinación de una molécula de glicerina con tres ácidos grasos (de ahí su nombre). En este conjunto químico la glicerina es un azúcar mientras que los ácidos grasos que se combinarán con ella son, en la mayor proporción, derivados de las grasas que a diario ingerimos en nuestra alimentación.

Existen tres tipos de ácidos grasos: saturados (se encuentran en la grasa animal), monoinsaturados (presentes en algunos vegetales ayudan a disminuir el colesterol malo) y poliinsaturados (comunes en semillas y pescado son también de gran ayuda para la reducción de los niveles de colesterol en la sangre)

Es por esto que la medición periódica de los niveles de colesterol y triglicéridos es un hábito saludable tendiente a disminuir el riesgo de padecer una obstrucción arterial debida a la acumulación de estas sustancias en las paredes arteriales con el consiguiente posible desenlace en un ataque cardíaco o accidente cerebro vascular.

Si bien ambas sustancias son, en niveles normales, indispensables para el buen funcionamiento de nuestro organismo, el incremento de una u otra, lo que puede detectarse a través de un simple análisis de sangre, podría indicar de manera silenciosa un alto riesgo de vida si los parámetros saludables no son controlados a tiempo.

Mientras que el colesterol se une a lipoproteínas para ser transportado hasta las células y estas lipoproteínas pueden ser del tipo HDL (colesterol malo) o LDL (colesterol bueno), por su parte los triglicéridos se acumulan en tejido adiposo como un reservorio natural de energía que el organismo utilizará cuando lo considere necesario y servirán de aislantes para ayudar a mantener la temperatura corporal y proteger de traumatismos. Los triglicéridos por sí solos no revisten mayor peligro, pero son potencialmente dañinos cuando su nivel es excesivo, situación que se da con frecuencia en pacientes con sobrepeso u obesidad.

Una vez más comprobamos que el ejercicio físico es fundamental para disminuir la acumulación de tejido adiposo y por ende de triglicéridos acumulados en ellos. Al mismo tiempo las dietas bajas en contenidos grasos, con abundantes frutas y vegetales y el abandono de hábitos perjudiciales como el cigarrillo o demasiada cafeína, son los aliados necesarios para preservar una óptima salud arterial y un notable mejoramiento en nuestra calidad de vida.