La creatina en forma de monohidrato es uno de los suplementos dietéticos más utilizados, en especial en el campo de la competencia deportiva, donde los entrenadores y deportistas la ven como un aliado inmejorable a la hora de ganar masa muscular, obtener una rápida respuesta energética y poder incrementar las series de ejercicios con menores descansos intermedios.
Aumenta su popularidad el hecho de que el reglamento del Comité Olímpico Internacional considere a la creatina como una sustancia completamente legal. Sin embargo todo lo relacionado con sus posibles efectos secundarios y contraindicaciones son el centro de un debate que comenzó hace largo tiempo pero no parece estar concluido.
Los suplementos de creatina apuntan principalmente a lograr que las reservas de fosfatocreatina en los músculos (directamente relacionada a la síntesis de ATP – trifosfato de adenosina) sean mayores de lo habitual. Normalmente, un esfuerzo físico de alta intensidad consume el ATP del músculo en cuestión de 30-40 segundos. Para recuperar dicho “combustible” es necesario un período de aproximadamente un minuto de descanso. Cuando la reserva de fosfatocreatina es más amplia, no se consume la totalidad de los recursos en un único esfuerzo y, por ende, no es necesario un descanso entre series tan prolongado.
Entre las posibles contraindicaciones de consumir creatina en forma regular se encuentra la sobrecarga del aparato renal. La mayor parte de los casos muestra como factor común la violación del “período de descanso”. Cuando una persona utiliza suplementos de creatina, debe hacerlo en tres fases conocidas como “carga”, “mantenimiento” y “descanso”. La primera no supera la semana de duración y se estipula un consumo de 20 a 30 gramos por día (dependiendo del peso corporal). La segunda etapa (1 a 2 meses) reduce este consumo a un cuarto de lo estipulado en las dosis diarias de “carga”, mientras que en la tercera se elimina por completo del organismo durante un período equivalente al de “mantenimiento”.
Usar continuamente monohidrato de creatina reduce progresivamente la capacidad del cuerpo humano para asimilarlo, por lo que los excedentes de la sustancia son cada vez mayores si no se respeta una etapa de “descanso”. La creatina no asimilada se elimina del organismo a través de la orina, lo que puede afectar el normal funcionamiento del aparato renal si las cantidades a desechar son excesivas. Esta situación puede verse agravada si el deportista padece de problemas renales anteriores a comenzar el tratamiento con creatina.
Finalmente, en ocasiones se ha mencionado la posible aparición de calambres musculares tras iniciar el consumo de monohidrato de creatina, aunque la interacción entre la sustancia y el síntoma nunca ha sido sólidamente documentada.