El acné es una afección inflamatoria típica de la etapa de la pubertad del ser humano, ocasionada por la infección bacteriana de la piel debido al mal funcionamiento de las unidades pilo-sebáceas (folículo piloso más glándula sebácea). Por lo general, la afección retrocede con el paso de los años hasta que se normaliza el funcionamiento fisiológico y la respuesta hormonal. Pero a pesar de tener en la pubertad su etapa de desarrollo más común, es factible que se mantenga durante un largo tramo de la adultez, ya que resulta imposible predecir por cuánto tiempo el cuerpo responderá de manera inadecuada a los niveles de testosterona que registra.
El paso de los años sin que la medicina tradicional pueda aportar soluciones efectivas y seguras, ha llevado a profesionales de la medicina alternativa (e incluso de otras disciplinas no relacionadas directamente con el tratamiento médico) a indagar sobre el origen emocional de esta patología. Según Joan Cano, aromaterapeuta y fabricante de cosméticos naturales, “La piel representa la barrera con el mundo exterior y participa, directamente, en el tipo de relación que tenemos con nuestro entorno. El acné es la representación de la duda sobre uno mismo. Para protegerse del mundo externo la piel cierra todas sus puertas (los poros), se «engrasa» para que todos los problemas, reales o imaginarios, resbalen sobre ella. Esto provoca que la piel se asfixie con sus desechos, se inflama y las emociones retenidas «pudren» el área (ira, resentimiento y miedo)[…]”
Por fuera del trabajo consciente sobre la asimilación de emociones y el desarrollo social, también es posible recurrir a soluciones naturales de excelente resultado. Una de ellas es el aceite de onagra, reconocido ampliamente por sus capacidades anti-inflamatorias y su aporte de ácido gamma-linolénico. La ingesta de este aceite obtenido a la primera prensa en frío le da propiedades adecuadas para contener la acumulación de grasa en la piel, regular la producción hormonal y normalizar la reacción del cuerpo ante la testosterona.
Complementariamente se puede utilizar una gama muy amplia de acciones naturales como la ingesta de bardana (depurador de la piel), la aplicación externa y regular de mascarillas de arcilla (absorbe la humedad, desinfecta la zona y evita la formación de sustancias tóxicas) y una reestructuración de la dieta habitual, recortando lo más posible el consumo de lácteos (yogurt, leche, queso), las bebidas alcohólicas y alimentos con una proporción de grasas bastante alta (chocolates, embutidos, algunos tipos de carne roja).