Cuando hablamos de colesterol pensamos casi inmediatamente en la necesidad de una dieta baja en grasas, eliminar frituras y otros alimentos como las carnes rojas y los lácteos. Pero a menudo olvidamos que el colesterol es una sustancia que nuestro cuerpo produce de manera natural pues es necesaria para la formación estructural de ciertas hormonas y células.
Por otra parte los triglicéridos son el resultado de una combinación de una molécula de glicerina con tres ácidos grasos (de ahí su nombre). En este conjunto químico la glicerina es un azúcar mientras que los ácidos grasos que se combinarán con ella son, en la mayor proporción, derivados de las grasas que a diario ingerimos en nuestra alimentación.
Existen tres tipos de ácidos grasos: saturados (se encuentran en la grasa animal), monoinsaturados (presentes en algunos vegetales ayudan a disminuir el colesterol malo) y poliinsaturados (comunes en semillas y pescado son también de gran ayuda para la reducción de los niveles de colesterol en la sangre)
Es por esto que la medición periódica de los niveles de colesterol y triglicéridos es un hábito saludable tendiente a disminuir el riesgo de padecer una obstrucción arterial debida a la acumulación de estas sustancias en las paredes arteriales con el consiguiente posible desenlace en un ataque cardíaco o accidente cerebro vascular.
Si bien ambas sustancias son, en niveles normales, indispensables para el buen funcionamiento de nuestro organismo, el incremento de una u otra, lo que puede detectarse a través de un simple análisis de sangre, podría indicar de manera silenciosa un alto riesgo de vida si los parámetros saludables no son controlados a tiempo.
Mientras que el colesterol se une a lipoproteínas para ser transportado hasta las células y estas lipoproteínas pueden ser del tipo HDL (colesterol malo) o LDL (colesterol bueno), por su parte los triglicéridos se acumulan en tejido adiposo como un reservorio natural de energía que el organismo utilizará cuando lo considere necesario y servirán de aislantes para ayudar a mantener la temperatura corporal y proteger de traumatismos. Los triglicéridos por sí solos no revisten mayor peligro, pero son potencialmente dañinos cuando su nivel es excesivo, situación que se da con frecuencia en pacientes con sobrepeso u obesidad.
Una vez más comprobamos que el ejercicio físico es fundamental para disminuir la acumulación de tejido adiposo y por ende de triglicéridos acumulados en ellos. Al mismo tiempo las dietas bajas en contenidos grasos, con abundantes frutas y vegetales y el abandono de hábitos perjudiciales como el cigarrillo o demasiada cafeína, son los aliados necesarios para preservar una óptima salud arterial y un notable mejoramiento en nuestra calidad de vida.