Las proteínas constituyen uno de los grupos de nutrientes más importantes para la existencia de prácticamente cualquier ser vivo debido a que intervienen en una enorme cantidad de procesos celulares. Son indispensables para la metabolización de alimentos y decisivos en la estructuración de tejidos.
Pueden identificarse dos grandes grupos: proteínas de origen vegetal y proteínas de origen animal. Las primeras aparecen fundamentalmente en legumbres, hongos, cereales y frutos secos. Las proteínas de origen animal están presentes en las carnes (vacuna, porcina, de pescado y de aves) y sus derivados (leche, yogurt, quesos, huevos, etc.).
El aporte de proteínas contenidas en un alimento se mide en porcentaje cada 100gr. de una porción comestible. Tomando este valor como parámetro, tanto el queso como la carne forman los dos grupos más importantes.
Según el tipo y la variedad, los quesos constituyen un importante grupo proveedor de proteínas, cuyo aporte oscila entre el 32 y el 21% de las cantidades diarias requeridas por un organismo sano. Respecto de la carne, podemos subdividirlas en carnes rojas, embutidos, pescados y aves en orden decreciente de aporte proteico.
Por otra parte, la fuente de proteína vegetal por excelencia es la soja, cuyo valor supera el 33% del aporte diario de proteínas requerido por una persona adulta, es uno de los controvertidos alimentos que han alcanzado gran popularidad en los últimos años. Si bien muchos expertos nutricionistas defienden su excelente relación costo-beneficio (es un alimento económico con un gran valor nutricional), otros cuestionan el alto rendimiento económico a sus productores lo que se traduce en megacultivos que acaban por deteriorar la calidad de la tierra. En los países emergentes, la soja constituye, en algunos casos, el principal proveedor de proteínas de la población.
Entre las principales funciones que cumplen las proteínas en el organismo se pueden mencionar sus cualidades como sostén estructural de colágeno, reguladoras de insulinas y hormonas del crecimiento, transportadoras de hemoglobina, fortalecedoras del sistema inmunológico, etc. Tanto la deficiencia como el exceso de proteínas en el ser humano pueden producir graves trastornos asociados al crecimiento, el desarrollo intelectual e incluso el mal funcionamiento de algunos órganos como el hígado o el sistema osteoarticular.
Una dieta rica en alimentos de todos los grupos (carnes, carbohidratos, cereales, vegetales, etc.), equilibrada y nutritiva es la mejor prevención de enfermedades de variada naturaleza, deficiencias energéticas y patologías asociadas a envejecimiento.