Las plantas medicinales

No es posible concebir el origen mismo de la especie humana sin la proximidad de las plantas medicinales. Esto se debe a que el hombre de las cavernas, en su infinita capacidad de observación – imprescindible para sobrevivir – aprendió a encontrar en la naturaleza circundante los primeros paliativos para sus enfermedades.

Desde tiempos inmemoriales se registra la utilización de plantas con fines curativos o mágicos. Los faraones las utilizaban tanto en sus ceremonias como en sus prácticas médicas, asirios y babilonios, antiguas culturas de Oriente (India, China y Japón), los Árabes, en definitiva las grandes culturas de todos las eras han utilizado las propiedades beneficiosas de las plantas para mejorar su salud.

Los reyes y conquistadores también fueron responsables de la difusión de las plantas curativas a lo largo y ancho del mundo antiguo, al tiempo que la humanidad avanzaba en el conocimiento de los efectos que tales plantas producían.

También los aborígenes americanos fueron grandes investigadores en el fascinante mundo de la fitoterapia, y ya los milenarios incas, mayas y aztecas poseían conocimientos detallados de los principios activos en cada tipo de planta, sus efectos sobre diferentes órganos y sistemas del cuerpo humano y – principalmente – aprendieron a establecer relaciones entre enfermedades y potenciales hierbas curativas.

En nuestros días, lejos de ser una práctica en desuso, es cada día mayor el auge que cobra esta tendencia por volver a lo natural, a las prácticas de nuestros antepasados. La fitoterapia es en la actualidad una rama reconocida dentro de la farmacopea convencional y si bien quedan aún muchos escépticos, no son pocos los que confían en las propiedades de las plantas curativas en general.

Resulta imposible enumerar a todas las especies de plantas cuyos efectos positivos sobre la vida han sido comprobado con el paso de los siglos: ajo, ortiga, amargón, cedrón, romero, laurel, ajenjo, cebolla, entre otros, conforman el complejo mundo de las plantas medicinales y muchos expertos aseguran que el ser humano aún no ha sido capaz de explotar al máximo este recurso que la naturaleza nos brinda generosa y gratuitamente.

Aloe vera

Aunque su uso se remonta a casi 4,000 años antes de Cristo, no ha sido sino hasta hace algunas décadas que volvió a resurgir como una de las plantas más utilizadas en el campo de la medicina natural y la estética. Se trata del popular aloe vera. Esta planta, perteneciente a la familia de las liláceas se caracteriza por su gran resistencia y su facilidad de cultivo en zonas especialmente áridas o donde otras plantas no prosperarían.

En la actualidad se identifican más de 250 especies de plantas pertenecientes a la familia, y aunque la más popular es la conocida como Aloe Saponaria, sus principios medicinales activos no son tan reconocidos como los de su pariente el Aloe Arborescens. En Méjico se le llama vulgarmente sábila y hasta hace un siglo era conocida como «acíbar».

Sus características: hojas suculentas, con bordes espinosos, son el depósito natural de gran cantidad de agua y una sustancia gelatinosa que guarda las reconocidas propiedades terapéuticas de esta planta. Entre otras sustancias, el aloe vera medicinal contiene aloemodina (regulador del funcionamiento intestinal), aloeoleína (eficaz en tratamientos de úlceras gastrointestinales y estomacales), aminoácidos (indispensables para la producción de proteínas), carricina (fortalecedor del sistema inmunológico), creatinina (protagonista en la producción de energía celular), fosfato de manosa (poderoso cicatrizante y regenerador de tejidos), mucílago (emoliente dérmico), saponinas (de función antiséptica), fitosteroles (antiinflamatorios) y numerosos minerales como magnesio, calcio, fósforo, zin, cobre y potasio, entre otros.

Estas propiedades han posicionado al aloe vera entre las plantas más difundidas dentro de la fitoterapia y son aprovechadas por la industria incluyéndola en cremas cicatrizantes, tratamientos contra la alopecia, y también en productos cosméticos como champús, acondicionadores, cremas corporales, etc.

Si el cultivo es doméstico es muy importante tener en cuenta que no deben mezclarse diferentes especies de aloes en un mismo espacio, pues se producirá una polinización cruzada de las plantas y esto dará nacimiento a ejemplares híbridos de bajas propiedades terapéuticas. Al momento de cortar sus hojas para extraer su precioso interior, deben extraerse las más exteriores por ser las más añosas (no deben utilizarse hojas menores de 5 años) y las que contienen propiedades curativas más concentradas.

El uso medicinal del aloe vera incluye un amplio espectro de afecciones en las que ha demostrado su alta eficacia: alergias, acné, acidez, anorexia, bronquitis, calvicie, celulitis, cólicos, catarros, cáncer, diabetes, dermatitis, dolores musculares, erupciones, estreñimiento, fiebre, gripe, diferentes variedades de herpes, heridas, insomnio, indigestión, infecciones, laringitis, manchas epidérmicas, náuseas, obesidad, parásitos, picaduras, quemaduras, seborrea, torceduras, tos, úlceras, várices, etc.

Ajenjo

El ajenjo es tal vez la planta medicinal más antigua que se conoce. Sus efectos sobre la salud han sido comprobados durante siglos, y tiene bien merecida la fama de ser uno de los tesoros de la fitoterapia a lo largo de la historia.

Es conveniente advertir que la alta concentración de aceite de ajenjo presente en esta planta, es sumamente beneficioso para revertir ciertas patologías del organismo cuando se administra en pequeñas y seguras dosis. Por el contrario, cuando se consume en gran cantidad puede ser altamente perjudicial e incluso provocar irreversibles trastornos a nivel cerebral. El ajenjo es extraordinariamente eficaz, pero altamente peligroso si se abusa de él.

Una cucharadita (del tamaño de la cuchara de té) de hojas de ajenjo secas y trituradas, es suficiente para la preparación de una infusión de eficacia comprobada en casos de diarreas, dolor de muelas y garganta, jaqueca, entre otras afecciones comunes.

Los poderosos principios antisépticos del ajenjo también son muy apreciados para el tratamiento de heridas, depuración de la sangre, resacas y purificación de los pulmones (se recomienda especialmente una cura de ajenjo una vez al año para las personas fumadoras).

También el ajenjo es eficaz en la normalización de los períodos menstruales, estimulador del apetito, descongestivo hepático, vermífugo y suele ser componente habitual en licores como el popular vermouth y la absenta. También es utilizado para la elaboración de gotas digestivas que se comercializan en farmacias y tiendas especializadas.

La artemisia absinthium, tal su nombre fitoterápico, fue catalogado como un poderoso alucinógeno hacia finales del Siglo XIX, por lo que llegó a prohibirse su utilización en brebajes y medicamentos. Oscar Wilde, con su conocida ironía, llegó a escribir: “Después del primer vaso de ajenjo, uno ve las cosas como quisiera que fuesen, luego del segundo, ve cosas que no existen; tras el tercer vaso, uno ve las cosas como son realmente, y esto es lo más trágico que puede ocurrir.”

A tal punto han sido reconocidas las propiedadescurativas del ajenjo que en la antigüedad se le llamaba «la madre de todas las plantas«, sin embargo su intenso sabor amargo ha ocasionado que niños y grandes se rehúsen a beber el té de esta planta. Pero siempre podrá añadírsele miel o unas gotas de limón para atenuar su poco agradable sabor y beneficiarse al máximo de una de las plantas medicinales más apreciadas de todos los tiempos

Manzanilla

La manzanilla o camomila es una planta cuyas propiedades medicinales son conocidas desde hace miles de años. Ya los egipcios la utilizaban en sus bálsamos curativos y en rituales purificadores puesto que era una planta consagrada al sol, por la forma característica de su flor. Los griegos por su parte, también brindaron a la manzanilla un lugar preferencial entre las hierbas beneficiosas para la salud. Esta tradición no ha sido en vano, pues posteriores estudios científicos han confirmado su alto valor medicinal en diferentes aplicaciones.

De la familia de las herbáceas, esta planta medicinal de intenso y agradable aroma, alcanza hasta los 60cm de altura y sus flores amarillas son, junto con el tallo, la raíz y las hojas, también muy apreciadas en la preparación de fitoterápicos para el tratamiento de diferentes afecciones.

Las formas más conocidas de preparación son en infusión y aceite. Este último se extrae mediante un proceso de destilación de flores secas, y es altamente valorado porque contiene azuleno, una sustancia de poderosos efectos antiinflamatorios, que aunque no es parte esencial de la planta, surge durante el proceso de destilación debido a diversas combinaciones químicas.

Su nombre científico es matricaria (del latín matrix, útero), y esto es debido a que una de sus propiedades más conocidas en la antigüedad era la de efectivo relajante y antiálgico (disminuye el dolor) en el caso de molestias femeninas durante la menstruación. También se utiliza como calmante del sistema nervioso y un eficaz digestivo.

Algunas de las aplicaciones actuales tanto de las infusiones como del aceite esencial de manzanilla, se pueden mencionar las jaquecas, trastornos de la menstruación, desequilibrios gastrointestinales, regeneradora de tejidos en casos de quemaduras y heridas, psoriasis, alergias, insomnio, fobias y ataques de pánico, dolores corporales en general. Es muy importante saber que el aceite de manzanilla no debe utilizarse durante el embarazo pues estimula la actividad uterina y podría ocasionar aborto.

La industria farmacológica y estética han sabido aprovechar al máximo los beneficios de la manzanilla y hoy es posible encontrarla presente en cremas para manos y cuerpo, sales de baño, leches y emulsiones faciales, lociones y antisépticos, etc.

Una maravillosa planta medicinal que nuestros antepasados llamaban «el médico de las plantas«, pues está comprobado que una planta de manzanilla es capaz de «curar» a otras especies vegetales que se encuentran a su alrededor.

 

Echinacea

Durante muchos años fue conocida por su efectividad en el tratamiento de resfriados y gripes, pero su popularidad comenzó a decaer cuando la industria farmacológica comenzó a comercializar antibióticos. La echinacea perdió entonces su protagonismo hasta que en los años 30 resurgieron los estudios sobre sus propiedades en Alemania. Desde entonces los sucesivos descubrimientos sobre sus efectos benéficos en la salud le han devuelto un lugar de protagonismo indiscutible dentro de la fitoterapia moderna.

Existen numerosas variedades de echinacea, siendo la de mayor cantidad de propiedades la que se conoce como echinacea purpúrea. Esta planta medicinal, de características flores de color púrpura intenso, contiene entre sus principios activos ésteres del ácido cafeico, antocianósidos, ácidos grasos, fitosteroles, isobutilamidas y polisacáridos.

Los estudios científicos llevados a cabo en torno a la echinacea han demostrado su eficacia en el tratamiento de catarros y resfriados, especialmente si se suministra durante el primer día de la enfermedad, alcanzando sorprendentes niveles de reducción de los síntomas de hasta un 60%. Aunque las conclusiones no son unánimes se cree que la echinacea es un estimulador del sistemainmunológico y un eficaz desintoxicante hepático.

En los últimos años su fama ha sido mayor por cuanto se han estudiado sus efectos en personas con enfermedades como HIV o hepatitis. Si bien los resultados preliminares son alentadores, siempre será necesario consultar con un profesional idóneo antes de iniciar este tipo de terapias complementarias, pues podrían producirse indeseables interacciones con otros medicamentos.

La echinacea se ingiere en infusión, extractos, polvo y jarabe, y también está presente en cremas y geles de uso tópico. Entre las afecciones más comunes que pueden tratarse con dosis variables de echinacea en distintas presentaciones están las infecciones, gripe, bronquitis, gingivitis, úlceras y aftas, síndrome de Chron (enfermedad gastrointestinal crónica), vaginitis, micosis, etc.

Los expertos recomiendan que las personas que consumen altas dosis de cafeína o fuman, los alérgicos, embarazadas y niños en general, no deben consumir echinacea en ninguna de sus formas, pues se han comprobado algunos efectos secundarios que van desde diarreas hasta alergias graves. Sus grandes cualidades terapéuticas, como en todos los casos de plantas medicinales, requieren la supervisión de un profesional de la salud capacitado para su recomendación y administración.