Usos y dosis de la arginina

Arginina es el nombre de un aminoácido descubierto y aislado por vez primera en 1886. Durante muchos años se estudiaron sus características, hasta que en 1932, un grupo de investigadores logró relacionar sus funciones con el “ciclo de la urea”. En este proceso, la urea es generada por el cuerpo y se produce la eliminación de amoníaco, un residuo tóxico generado a partir del esfuerzo físico. Siete años más tarde, se descubrió también su importancia como precursor de creatina, el componente básico para la síntesis de compuestos altamente energéticos.

Algunos grupos científicos catalogan a la arginina como un aminoácido noesencial debido a que el organismo es capaz de sintetizarla, pero muchos otros han decidido revisar esta clasificación, ya que si bien es posible generarla en cantidades suficientes, no son pocos los casos en los que un paciente necesita una provisión externa para alcanzar un funcionamiento fisiológico adecuado. Esta situación se da en individuos que generan excesivo amoníaco, desnutrición proteica, diálisis peritoneal, anormalidades en la velocidad de crecimiento o incluso quemaduras e infecciones. Síntomas clásicos de la falta de arginina son los problemas de cicatrización, afecciones dérmicas, caída inusual de cabello y estreñimiento recurrente.

La arginina es un precursor del óxido nítrico, por lo que muchos deportistas hacen uso de ella para evitar la ingesta directa de dicho óxido, conocido por potenciales descensos en la presión arterial e intensos dolores de cabeza que conlleva su uso regular.

Habitualmente se utiliza arginina en la preparación física de deportistas, el tratamiento sobre pacientes con problemas de obesidad, casos de infertilidad y/o impotencia masculina, problemas en la cicatrización de heridas e inclusive la migraña.

No existen dosis pre-establecidas para el consumo de arginina, ya que su proporción depende en gran medida de las características que muestre el paciente pero cuando se trata de adultos (de 18 años de edad en adelante), las dosis recomendadas van de 1 a 3 gramos por vía oral, tres a cuatro veces por día, siendo también factible el uso de cremas aplicadas por vía tópica para acelerar la cicatrización. La aplicación intravenosa de este aminoácido debe ser estrictamente supervisada por un médico especialista.

En cuanto a los menores de 18 años, es poco recomendable el uso de arginina, fundamentalmente por la falta de documentación científica precisa sobre la interacción entre un organismo en pleno desarrollo y la ingesta de este aminoácido, así como las dosis adecuadas y potenciales efectos secundarios.

Propiedades de la arginina

La arginina es un aminoácido esencial descubierto por el químico suizo Ernst Schulze en el año 1886. Schulze fue el primero en aislarla a partir del extracto de semillas de lupino. Una vez publicado el descubrimiento y conocido su papel de precursora de la creatina, se le atribuyeron falsas propiedades relacionadas a la conversión de proteínas epidérmicas en tejido muscular, motivando el lanzamiento y la fabricación masiva de “milagrosas” cremas.

El paso del tiempo desmintió estos y otros supuestos beneficios, pero reveló su capacidad para estimular el desarrollo del sistema inmunológico, mejorando la producción de leucocitos y fortaleciendo las defensas del organismo.

La ingesta de suplementos con arginina contribuye notablemente a la reducción de los niveles de colesterol y favorece la circulación de sangre por sus propiedades vasodilatadoras. Muchos sexólogos y especialistas en sexualidad han comenzado a implementar suplementos de arginina entre los tratamientos para contrarrestar las disfunciones eréctiles. Además, se ha comprobado la capacidad de la arginina de aumentar el flujo promedio de esperma, mejorando el síntoma de esperma insuficiente, común en hombres con problemas de fertilidad.

Su participación en el “ciclo de la urea” acelera la eliminación del amoníaco alojado en los músculos tras el ejercicio, lo que aumenta la resistencia física y mejora los tiempos de recuperación. Esta propiedad le hace muy apreciada dentro del ámbito deportivo, donde los preparadores físicos suelen administrarla con el objetivo de potenciar determinadas secciones del entrenamiento durante períodos puntuales y bastante cortos.

Utilizando arginina es posible estimular la hormona de crecimiento (llamada también somatotropina o STH) y la generación de óxido nítrico. Muchos deportistas directamente han reemplazado el uso de dicho óxido por suplementos de arginina, ya que ésta es el elemento precursor y no conlleva las molestas contraindicaciones de consumir óxido nítrico puro.

Otra proteína que utiliza arginina para sintetizarse es el colágeno, responsable de dar firmeza a la piel y resistencia ante los agentes externos. Una gran variedad de cremas disponibles en el mercado utilizan arginina para sus fórmulas, estimulando mediante el uso tópico la producción de colágeno y el mejoramiento de la piel.

Finalmente, muchos culturistas han experimentado resultados similares a los que ofrece el consumo de carnitina, buscando mejorar el uso de grasas como energía combustible para los músculos y reduciendo así  los niveles de adiposidad localizada en el cuerpo.

Antioxidantes y la actividad deportiva

Se llama oxidación a la reacción química que se produce en nuestras células en el momento en que éstas consumen oxígeno. De dicha reacción surgen además unas moléculas llamadas “radicales libres” que ocasionan gran daño a las células circundantes y son responsables del envejecimiento prematuro y hasta se les atribuye la capacidad de detonar ciertas patologías como el cáncer, accidentes cardiovasculares o neurológicos.

Por consecuencia lógica, a mayor actividaddeportiva , mayor consumo de oxígeno por parte de las células y por ende mayor oxidación. ¿Los deportistas producen una mayor cantidad de radicales libres? Es posible, pero tal situación se equilibra con el elevado consumo que los atletas hacen de frutas y verduras, poderosos antioxidantes naturales.

Algunas organizaciones internacionales de la salud no coinciden en la necesidad de que un deportista necesite la ingesta extra de suplementos dietéticos que puedan aportar más vitaminas, minerales y antioxidantes a su organismo. De hecho, algunos expertos aconsejan que en caso de incorporar estas sustancias de manera exógena, su cantidad nunca debe superar los requerimientos diarios establecidos para una persona común.

Sin embargo, es habitual que los deportistas observen un mayor nivel de estrés oxidativo debido al esfuerzo muscular que realizan, el cual demanda altos niveles de oxígeno consumido a nivel celular, y que por lo tanto consideren necesario reforzar mediante suplementos de antioxidantes (como la vitamina C, E, A y minerales como el Selenio, Zinc, etc.) su dieta cotidiana.

Es preciso mencionar en este punto que aunque se trate de sustancias inocuas en apariencia, una sobredosificación podría generar algún nivel de toxicidad de diversa gravedad. En el caso del consumo excesivo de vitamina C, por ejemplo, promueve la formación de cálculos biliares o afecta el funcionamiento renal, mientras que un elevado aporte al organismo de vitamina A puede conducir a colestasis intrahepática o interacciones con otros medicamentos.

Lo más recomendable es que en los casos de deportistas aficionados o personas que se encuentran desarrollando programas de entrenamiento físico destinados a reducir el peso corporal o mantenerlo, eleven el consumo de antioxidantes mediante una mayor ingesta de productos naturales o con una suplementación con dosis moderadas.

Los deportistas de alto rendimiento o atletas de elite por su parte, pueden incrementar el consumo de antioxidantes, vitaminas y minerales, a través de la ingesta de suplementos dietéticos específicamente diseñados, pero siempre bajo la estricta supervisión de un profesional de la salud.

Antioxidantes y Calidad de Vida

En diversos estudios científicos realizados en las últimas décadas, los resultados obtenidos indicaron que las poblaciones en cuya alimentación se incluía mayor cantidad de frutas y verduras, los promedios de vida eran más elevados al igual que una notoria disminución en la cantidad de patologías como el cáncer y la arterosclerosis, entre otras.

Esto motivó que tanto la ciencia médica, en particular la nutrición, y los profesionales del deporte comenzaran a diseñar formas más saludables de alimentación en la que tenían gran protagonismo las vitaminas, proteínas y antioxidantes presentes en diferentes productos. La calidad de vida, entendida como un concepto global de salud, comenzaba a evidenciar los primeros cambios positivos.

Pero también es cierto que el envejecimiento no sólo es un proceso natural, propio del desgaste celular del paso del tiempo, sino que se trata además de un mecanismo que puede acelerar o retardar en relación directa con unas moléculas liberadas durante la reacción con el oxígeno, denominadas “radicales libres”.

Tras su descubrimiento los “radicales libres” pasaron a ocupar el lugar de principal enemigo de la juventud, la vitalidad y la salud, pues el daño que estas moléculas provocan es el principal causante de que nuestras células se vean destruidas o afectadas de manera irreversible, con el consiguiente deterioro del organismo en general. Una vez más la alimentación inteligente demostró ser uno de los caminos más saludables hacia la longevidad.

Los antioxidantes, sustancias que se encuentran presentes en un sinnúmero de productos naturales como frutas, verduras, frutos secos, etc., pueden lograr auténticos “milagros” en la reconstitución de los tejidos celulares dañados por la acción de los radicales libres, y prolongar la salud, mejorando la calidad de vida, por mucho más tiempo. A su vez, las dietas hipercalóricas, producen el efecto inverso.

Muchas vitaminas y minerales, además de optimizar las funciones vitales del organismo, cumplen un rol muy importante como antioxidantes, siendo los encargados de mantener a los radicales libres “neutralizados”, reduciendo el impacto de éstos sobre las células. Algunas de las más reconocidas virtudes antioxidantes de las vitaminas y los minerales son:

¨      Vitamina C: protege a las células del daño que ocasionan los radicales libres y mejora notablemente el funcionamiento del sistema inmune, haciendo que el organismo se encuentre mejor preparado para afrontar eventuales ataques externos (como virus, bacterias, etc.)

¨      Vitamina E: es un poderoso agente antienvejecimiento. Se encarga de mantener saludable la piel y previene al organismo de desarrollar patologías crónicas o degenerativas.

¨      Selenio: este mineral tiene probadas cualidades en la lucha contra la formación de tumores cancerígenos. Es también reconocido como eficaz protector del tejido cardíaco y destructor de ciertos tipos de virus.

¨      Zinc: fortalece el funcionamiento del sistema inmunitario del cuerpo y retarda los efectos del envejecimiento celular a gran escala.

Algunas de estas sustancias se encuentran en el mercado de los suplementos dietéticos en forma de cápsulas u otras formas de presentación, y para lograr el máximo de su eficacia deben ser prescriptas por un profesional autorizado y tras un exhaustivo análisis de los objetivos que se persiguen (mejoramiento de la calidad de vida, rendimiento deportivo, belleza, etc.)

Antioxidantes y Nutrición

 

Tanto como quienes buscan reducir su peso corporal, como para quienes llevan adelante exigentes prácticas deportivas como fisicoculturismo, musculación, etc, y aún quienes buscan mejorar su calidad de vida sin mayores esfuerzos, la clave radica en encontrar una manera adecuada de alimentarse.

Los alimentos son los mejores aliados de una vida sana y la mejor forma de prevenir patologías como la arterosclerosis, los accidentes cardiovasculares, la diabetes o la hipertensión, entre otras. Ajustarse a una dieta saludable no consiste, como es creencia popular, en renunciar a la comida sabrosa, sino por el contrario, modificar los conceptos que sustentan nuestra forma de comer.Muchas enfermedades, y según lo afirman modernos estudios sobre gerontología, el envejecimiento, pueden prevenirse a través de la ingesta de alimentos ricos en nutrientes esenciales para el organismo y preparados de manera tal que lleguen a nuestro cuerpo conteniendo el máximo caudal de propiedades y beneficios para la salud.

Así, las vitaminas presentes en frutas y verduras, las proteínas de las carnes rojas y el pescado, los minerales de los frutos secos, los antioxidantes contenidos en una gran cantidad de productos naturales y las bondades depurativas del agua, representan las mejores opciones para una alimentación equilibrada y saludable.

Un antiguo refrán afirma que «somos lo que comemos» y no es erróneo. Nuestro organismo asimila todo lo que ingerimos y se comporta en consecuencia. El envejecimiento celular y el consecuente deterioro de las funciones vitales están íntimamente relacionados a los ingredientes que componen nuestra alimentación.

Algunos de los alimentos más reconocidos por los expertos en nutrición como auténticos promotores de la juventud y la buena salud son los vegetales en todas sus formas, las frutas frescas, la jalea real por su alto contenido en vitaminas y minerales, los lácteos desnatados pues aportan valiosas proteínas y minerales, el ajo como uno de los principales y más efectivos antioxidantes que nos brinda la naturaleza.

Alimentarse bien nada tiene que ver con la cantidad de alimentos sino con su calidad. El equilibrio nutricional se aprende con el tiempo y nuestro organismo irá acostumbrándose paulatinamente a recibir mejores nutrientes que fortalezcan las funciones vitales, optimicen el rendimiento deportivo y sean eficientes en la prevención de las inexorables patologías que sobrevienen con la edad.