Tanto las proteínas como los carbohidratos forman parte, junto a los lípidos, de los denominados “macro-nutrientes”, un grupo de sustancias fundamentales para el buen funcionamiento del cuerpo humano a través de sus procesos vitales. Tanto su ausencia como su exceso pueden generar desequilibrios orgánicos de diversa índole.
Las proteínas son sustancias fundamentales puesto que intervienen en absolutamente todos los procesos celulares y constituyen el 50% del peso seco de cada tejido corporal. Entre sus propiedades más importantes se destacan la provisión de aminoácidos esenciales para la generación y regeneración de células, el aporte de nitrógeno, su capacidad de atenuar distintas reacciones químicas, fortalecer el sistema inmunológico, brindar resistencia a los tejidos de sostén a través del colágeno, funcionar como transportadoras de gases a través de la sangre (hemoglobina) y por supuesto, constituir la materia prima indispensable para la creación de hormonas, vitaminas y enzimas, etc.
El consumo excesivo de proteínas genera un aporte adicional de energía que se acumula en el tejido adiposo como reserva. Además, puede sobrecargar notablemente el funcionamiento de los riñones que se ven obligados a expulsar por orina las proteínas excedentes. La falta de proteínas, en cambio, provoca distintas disfunciones fisiológicas que pueden llegar incluso a la desnutrición.
Por su parte, los carbohidratos son compuestos estructurales en tejidos en forma de glucógeno en animales y glucosa en vegetales. Su función principal aportar energía al cuerpo humano, en una proporción de 4 Kilocalorías por cada gramo de carbohidratos. Este tipo de sustancias se aloja principalmente en el hígado y los músculos, siendo necesaria una reserva no superior al 0,5% del peso total del cuerpo. Además, cumplen una función fundamental en la regulación del metabolismo de lípidos.
Hay dos clases de carbohidratos: simples y complejos. El primer grupo es el que está integrado por azúcares refinados, miel, mermeladas, jaleas, leche, distintas clases de golosinas, frutas y hortalizas. Se absorben a una altísima velocidad y generan una secreción de insulina casi instantánea.
Los carbohidratos complejos son absorbidos más lentamente. Los proveedores más conocidos de estas sustancias son el pan integral, los cereales completos, las legumbres, las frutas y las verduras en general.
Distintas corrientes a lo largo del tiempo han ubicado a las proteínas como las estrellas del acondicionamiento físico, y otros han hecho lo propio con los carbohidratos. Si bien es cierto que poseen características comunes, en la actualidad la tendencia se inclina hacia dietas bien balanceadas tanto en proteínas como en carbohidratos, a fin de obtener lo mejor de ambos grupos en pos de un mejor rendimiento físico general.