Antioxidantes y Calidad de Vida

En diversos estudios científicos realizados en las últimas décadas, los resultados obtenidos indicaron que las poblaciones en cuya alimentación se incluía mayor cantidad de frutas y verduras, los promedios de vida eran más elevados al igual que una notoria disminución en la cantidad de patologías como el cáncer y la arterosclerosis, entre otras.

Esto motivó que tanto la ciencia médica, en particular la nutrición, y los profesionales del deporte comenzaran a diseñar formas más saludables de alimentación en la que tenían gran protagonismo las vitaminas, proteínas y antioxidantes presentes en diferentes productos. La calidad de vida, entendida como un concepto global de salud, comenzaba a evidenciar los primeros cambios positivos.

Pero también es cierto que el envejecimiento no sólo es un proceso natural, propio del desgaste celular del paso del tiempo, sino que se trata además de un mecanismo que puede acelerar o retardar en relación directa con unas moléculas liberadas durante la reacción con el oxígeno, denominadas “radicales libres”.

Tras su descubrimiento los “radicales libres” pasaron a ocupar el lugar de principal enemigo de la juventud, la vitalidad y la salud, pues el daño que estas moléculas provocan es el principal causante de que nuestras células se vean destruidas o afectadas de manera irreversible, con el consiguiente deterioro del organismo en general. Una vez más la alimentación inteligente demostró ser uno de los caminos más saludables hacia la longevidad.

Los antioxidantes, sustancias que se encuentran presentes en un sinnúmero de productos naturales como frutas, verduras, frutos secos, etc., pueden lograr auténticos “milagros” en la reconstitución de los tejidos celulares dañados por la acción de los radicales libres, y prolongar la salud, mejorando la calidad de vida, por mucho más tiempo. A su vez, las dietas hipercalóricas, producen el efecto inverso.

Muchas vitaminas y minerales, además de optimizar las funciones vitales del organismo, cumplen un rol muy importante como antioxidantes, siendo los encargados de mantener a los radicales libres “neutralizados”, reduciendo el impacto de éstos sobre las células. Algunas de las más reconocidas virtudes antioxidantes de las vitaminas y los minerales son:

¨      Vitamina C: protege a las células del daño que ocasionan los radicales libres y mejora notablemente el funcionamiento del sistema inmune, haciendo que el organismo se encuentre mejor preparado para afrontar eventuales ataques externos (como virus, bacterias, etc.)

¨      Vitamina E: es un poderoso agente antienvejecimiento. Se encarga de mantener saludable la piel y previene al organismo de desarrollar patologías crónicas o degenerativas.

¨      Selenio: este mineral tiene probadas cualidades en la lucha contra la formación de tumores cancerígenos. Es también reconocido como eficaz protector del tejido cardíaco y destructor de ciertos tipos de virus.

¨      Zinc: fortalece el funcionamiento del sistema inmunitario del cuerpo y retarda los efectos del envejecimiento celular a gran escala.

Algunas de estas sustancias se encuentran en el mercado de los suplementos dietéticos en forma de cápsulas u otras formas de presentación, y para lograr el máximo de su eficacia deben ser prescriptas por un profesional autorizado y tras un exhaustivo análisis de los objetivos que se persiguen (mejoramiento de la calidad de vida, rendimiento deportivo, belleza, etc.)

Antioxidantes y Nutrición

 

Tanto como quienes buscan reducir su peso corporal, como para quienes llevan adelante exigentes prácticas deportivas como fisicoculturismo, musculación, etc, y aún quienes buscan mejorar su calidad de vida sin mayores esfuerzos, la clave radica en encontrar una manera adecuada de alimentarse.

Los alimentos son los mejores aliados de una vida sana y la mejor forma de prevenir patologías como la arterosclerosis, los accidentes cardiovasculares, la diabetes o la hipertensión, entre otras. Ajustarse a una dieta saludable no consiste, como es creencia popular, en renunciar a la comida sabrosa, sino por el contrario, modificar los conceptos que sustentan nuestra forma de comer.Muchas enfermedades, y según lo afirman modernos estudios sobre gerontología, el envejecimiento, pueden prevenirse a través de la ingesta de alimentos ricos en nutrientes esenciales para el organismo y preparados de manera tal que lleguen a nuestro cuerpo conteniendo el máximo caudal de propiedades y beneficios para la salud.

Así, las vitaminas presentes en frutas y verduras, las proteínas de las carnes rojas y el pescado, los minerales de los frutos secos, los antioxidantes contenidos en una gran cantidad de productos naturales y las bondades depurativas del agua, representan las mejores opciones para una alimentación equilibrada y saludable.

Un antiguo refrán afirma que «somos lo que comemos» y no es erróneo. Nuestro organismo asimila todo lo que ingerimos y se comporta en consecuencia. El envejecimiento celular y el consecuente deterioro de las funciones vitales están íntimamente relacionados a los ingredientes que componen nuestra alimentación.

Algunos de los alimentos más reconocidos por los expertos en nutrición como auténticos promotores de la juventud y la buena salud son los vegetales en todas sus formas, las frutas frescas, la jalea real por su alto contenido en vitaminas y minerales, los lácteos desnatados pues aportan valiosas proteínas y minerales, el ajo como uno de los principales y más efectivos antioxidantes que nos brinda la naturaleza.

Alimentarse bien nada tiene que ver con la cantidad de alimentos sino con su calidad. El equilibrio nutricional se aprende con el tiempo y nuestro organismo irá acostumbrándose paulatinamente a recibir mejores nutrientes que fortalezcan las funciones vitales, optimicen el rendimiento deportivo y sean eficientes en la prevención de las inexorables patologías que sobrevienen con la edad.

 

Propiedades de los Antioxidantes

La reacción de oxidación celular produce moléculas denominadas «radicales libres» que a su vez originan nuevas reacciones en cadena que terminan dañando a las células circundantes. Uno de los principales desafíos asumidos por la moderna biología consiste en la neutralización de estos radicales libres, disminuyendo así el deterioro celular y por consiguiente previniendo diversas patologías.

Allí es donde entran en juego los antioxidantes, sustancias capaces de impedir o retrasar el daño celular ocasionado por los radicales libres. Entre los principales antioxidantes se encuentran las vitaminas A, C y E que el organismo humano no produce por sí mismo, y que deben incorporarse a través de la alimentación diaria o de suplementos dietéticos específicos.

Las frutas y las verduras se encuentran en la cima de los alimentos ricos en antioxidantes naturales, un motivo más para que sean parte importante de la dieta cotidiana. Entre ellos destacan por sus propiedades la alicina (la contiene el ajo), el ácido elágico y ciertos flavonoides presentes en fresas, uvas, kiwis y los cítricos; la capsicina que se encuentra en los pimientos; los betacarotenos contenidos en las zanahorias, tomates y papayas; las catequinas del té verde, los complejos azufrados de la cebolla; la coenzima Q de la carne y el pescado, entre muchas otras sustancias.

Otros poderosos antioxidantes son algunos minerales como el azufre, cinc y selenio, las isoflavonas y los isotiocianatos (contenidos en el brócoli y las calabazas). Entre los beneficios que se le atribuyen a los antioxidantes se encuentran sus propiedades antitumorales, anticancerígenas en general, rejuvenecedores celulares, preventivos de patologías cardiovasculares, reductoras de colesterol, etc.

En cuanto a los suplementos dietéticos disponibles en el mercado, es posible encontrarlos en tiendas especializadas formulados específicamente para atender la carencia de algunos de estos compuestos en el organismo o para incorporar al mismo antioxidantes que puedan prevenir el riesgo de padecer ciertas enfermedades u optimizar el rendimiento celular, especialmente en los casos relacionados con el ejercicio físico, la musculación y otras actividades deportivas.

También la industria cosmética ha incorporado a los antioxidantes en las fórmulas de tratamientos dermatológicos de vanguardia, ofreciendo todas sus propiedades para el mejoramiento de la calidad de la piel, el rejuvenecimiento de la dermis y la eliminación de manchas e imperfecciones.

Historia de los Antioxidantes

Aunque inicialmente la palabra «antioxidante» fue empleada para definir a un producto químico que previniera los efectos del oxígeno, y sus aplicaciones estuvieran más inclinadas hacia los procedimientos industriales, no pasó mucho tiempo hasta que la ciencia comenzó a aplicar el término a ciertos procesos biológicos como la prevención de la oxidación de grasa insaturadas.

Hacia mediados del siglo XX, el descubrimiento de la eficiencia de las vitaminas A, C y E como antioxidantes significó toda una revolución dentro de los conceptos biológicos imperantes hasta ese momento y se abrió un inmenso campo de estudio enfocado a determinar el rol que estas sustancias cumplían en el organismo.

La oxidación es un proceso químico mediante el cual una sustancia transfiere sus electrones a otra que actúa como agente oxidante. Esta reacción química provoca la producción de radicales libres los que a su vez inician reacciones en cadena y acaban por dañar a otras células. Un antioxidante es en definitiva una molécula con la capacidad de neutralizar estos radicales libres y por tanto disminuir la destrucción celular.

La moderna ciencia médica estudia el comportamiento de los radicales libres y la manera de reducir lo que se conoce como «estrés oxidativo» y que es la causa de muchas patologías neurodegenerativas, envejecimiento prematuro y con los procesos degenerativos en general. En la actualidad, las sustancias antioxidantes más conocidas ocupan también un lugar de privilegio dentro de la industria de los suplementos dietéticos por su eficiencia en la lucha contra el envejecimiento celular y la prevención de numerosas enfermedades.

Los antioxidantes se clasifican en hidrosolubles o hidrofílicos (se disuelven en agua) capaces de proteger de la oxidación al citoplasma de las células y al plasma sanguíneo; y en liposolubles o hidrofóbicos (se disuelven en lípidos) que pueden proteger a las membranas celulares. El organismo incorpora ambos tipos de antioxidantes a través de una alimentación variada y de suplementos dietéticos específicos.

Entre los antioxidantes más conocidos podemos mencionar la Vitamina C (ácido ascórbico), glutatión, melatonina, tocoferoles, carotenoides y polifenoles, etc. La incorporación de éstos y otros antioxidantes a las dietas de deportistas profesionales o aficionados, está fundamentada en numerosos estudios que confirman su eficacia en la reequilibrar el organismo tras la realización de ejercicio físico, desequilibrio producido por el aumento en el consumo de oxígeno de una actividad aeróbica y consecuente oxidación.

Aunque por lo general no presentan efectos adversos, las recomendaciones médicas advierten sobre una posibilidad de interacción con otros medicamentos o tratamientos de ciertas patologías, por lo que la supervisión médica es necesaria antes de iniciar la ingesta de antioxidantes de cualquier índole.

¿Qué son los aminoácidos?

Los aminoácidos son imprescindibles para el normal desarrollo de ciertos ciclos fisiológicos como la liberación/producción de hormonas, la combustión de calorías, la contracción/distensión muscular y la reconstrucción de tejidos, entre muchas otras funciones del organismo.

Aunque habitualmente consideramos a las vitaminas y minerales como potenciadores naturales del efecto de los aminoácidos, resulta necesario vigilar estrictamente sus niveles pues tanto el exceso como la carencia de estos compuestos podrían resultar igualmente perjudiciales para la salud.

Uno de los principales usos de los aminoácidos es en medicina, donde habitualmente se los administra junto a complejos de vitaminas y minerales como terapia para mitigar los efectos de la obesidad, la fatiga prolongada o crónica o los problemas cardiovasculares, además de funcionar como estimulante en la liberación de somatotropina (hormona del crecimiento humano).

En el ámbito deportivo se utilizan algunos aminoácidos como la carnitina, la arginina y la ornitina, aplicables en la mejoría de los tiempos de recuperación muscular, la eliminación de toxinas intra-musculares (residuo típico del ejercicio físico), el aumento de masa muscular y la resistencia de los tejidos musculares ante el esfuerzo físico.

Por lo general, se clasifica a los aminoácidos tomando como punto de referencia el grado de necesidad que el cuerpo humano tiene con respecto a cada uno de ellos. El primer conjunto agrupa los aminoácidos que el cuerpo humano no es capaz de generar por sus propios medios, y reciben el nombre de “aminoácidos esenciales”, mientras que el segundo conjunto nuclea a los aminoácidos que el cuerpo puede generar a partir de los aminoácidos esenciales, y se conocen como “aminoácidos no-esenciales”. En el primer grupo se encuentran la Metionina, Fenilalanina, Valina, Lisina, Treonina, Arginina, Leucina, Triptófano, Histidina e Isoleucina. En el segundo grupo destacan la Glutamina, Cistina, Tirosina, Hidroxipolina, Serina, Alanina, Cisteína, Prolina, Ácido Aspártico y Glicina.

Es importante resaltar que, ante la escasez o ausencia de un aminoácido particular, no sólo se perjudicarán los procesos físicos en los que éste interviene directamente, sino que también se paralizará por completo la producción de todas las proteínas que la necesitan en su estructura. Obviamente, la consecuencia directa de tal fenómeno es la desnutrición, por lo que no sería exagerado calificar de fundamental el cuidado sobre las cantidades de estas imprescindible sustancias.