Durante muchos años la palabra “dieta” estuvo casi indisolublemente ligada a la “prohibición” y se difundió la idea de que bajar de peso era una tarea que demandaba gran esfuerzo, autocontrol y conducta para llegar a resultados medianamente aceptables. Así, una gran cantidad de hombres y mujeres asumieron que adelgazar era sinónimo de “hambre”.
Estudios nutricionales de las últimas décadas demostraron que estas teorías no sólo eran absolutamente falsas sino que podrían producir el efecto contrario al buscado: la angustia, los deseos reprimidos y la depresión, eran capaces de ocasionar un aumento en el porcentaje de grasa corporal en una clara señal de alerta y previsión por parte del organismo.
Así comenzaron a surgir innumerables dietas con los nombres más curiosos y las promesas más inciertas: ovo-lácteo vegetarianos, hipocalóricas, hipercalóricas, altas en proteínas, hipoproteicas, sin grasas trans, sin hidratos de carbono, con hidratos de carbono. En fin, sería imposible enumerar todas las dietas que existieron y existen.
La nutrición moderna se ha ocupado de desmitificar algunas creencias vinculadas a las dietas y a promover una alimentación saludable que permite reducir los niveles de grasa corporal, sin sacrificio, sin hambre y lo más importante, con resultados que se sostienen en el tiempo mejorando la calidad de vida y las relaciones interpersonales en general.
¿Qué es una dieta saludable? Aquella que contiene todos los nutrientes necesarios para esa etapa de la vida en particular, atendiendo a la contextura física, a la predisposición genética, a los hábitos y actividades de cada individuo, sin descuidar ningún segmento de la pirámide alimenticia, con moderación y en base a objetivos claramente definidos.
Es obvio que comer sólo una manzana por día nos hará reducir el peso corporal, pero ¿a qué precio? Las modernas tendencias en materia de nutrición se inclinan por permitir una alimentación amplia pero en cantidades reducidas y métodos de preparación saludables. Reducir las grasas, los azúcares, los hidratos de carbono y los almidones complejos, es un primer paso para equilibrar el peso sin necesidad de reprimirse o sufrir.
En nuestros días también se le da gran importancia a la actividad física como un medio eficaz de tonificar el sistema muscular, fortalecer la estructura ósea y quemar grasas acumuladas innecesariamente. Una buena rutina de gimnasio o una caminata de buen ritmo por treinta minutos cada día, pueden obrar milagros en cualquier silueta.