Dietas que reducen el colesterol

El colesterol es un lípido de apariencia cerosa y color amarillo suave muy similar a la grasa. Se encuentra en nuestro cuerpo de manera natural, puesto que es el propio organismo quien lo produce para cumplir ciertas funciones específicas como la formación de células y hormonas. Pero también los alimentos nos aportan una considerable dosis de colesterol que, acumulándose en las paredes arteriales, puede representar un significativo riesgo para la salud y la vida.

 

Es por eso que resulta muy importante mantener vigilados los niveles de colesterol presente en la sangre a fin de no padecer las graves consecuencias de un infarto o un accidente cardiovascular. Para lograr vencer a este enemigo silencioso de la salud deben ponerse en práctica ciertos hábitos que ayuden a nivelar la presencia de esta sustancia dentro de parámetros de bajo riesgo.

Abandonar el cigarrillo y el café, disminuir el consumo de huevos y lácteos ricos en grasas y moderar la ingesta de carnes rojas y embutidos son las principales acciones a llevar adelante si existe la firme decisión de reducir el colesterol en nuestro organismo. Pero no son las únicas. También es de vital importancia poner en marcha un programa de ejercicios físicos que nos permita mejorar la oxigenación de la sangre y la flexibilidad de los tejidos, y por supuesto, no descuidar los hábitos alimentarios, decisivos en los tratamientos para reducir el colesterol.

Cuando estas medidas no logran los resultados esperados, lo más conveniente es acudir a un profesional de la nutrición que será la persona más apta para diseñarnos una dieta específica para reducir el colesterol de acuerdo a ciertos factores personales como la edad, el trabajo, antecedentes genéticos, índice de riesgo, etc. También podemos optar por algunas dietas conocidas y de resultados comprobados, a modo de prevención o cuando el nivel de colesterol es relativamente bajo:

Desayuno: leche descremada, infusiones o café sin cafeína. Tostadas de pan integral y mermelada. Zumo de frutas ó yoghurt light.

Almuerzo: carne magra ó pollo a la plancha, pescado azul, ensaladas varias, sopa de vegetales.

Cena: Verduras a la plancha, pescado blanco o pollo, fruta.

Colaciones: a mitad de la mañana o la tarde, frutas frescas, yoghurt light, queso blanco light , té o café sin cafeína.

También los licuados de frutas frescas, las infusiones de hierbas o las cocciones de avena son ideales para reducir el colesterol acumulado en las arterias. Cuando este tipo de alimentación se convierte en un hábito saludable, necesariamente el organismo reequilibra la producción de colesterol, no ingerimos grasas de fuentes externas y los resultados son óptimos y comprobables.

Controlar con frecuencia el colesterol de nuestra sangre nos ayudará a disminuir los riesgos de patologías cardíacas severas y a disfrutar más plenamente de la vida con buena salud.

Triglicéridos y Colesterol

Cuando hablamos de colesterol pensamos casi inmediatamente en la necesidad de una dieta baja en grasas, eliminar frituras y otros alimentos como las carnes rojas y los lácteos. Pero a menudo olvidamos que el colesterol es una sustancia que nuestro cuerpo produce de manera natural pues es necesaria para la formación estructural de ciertas hormonas y células.

Por otra parte los triglicéridos son el resultado de una combinación de una molécula de glicerina con tres ácidos grasos (de ahí su nombre). En este conjunto químico la glicerina es un azúcar mientras que los ácidos grasos que se combinarán con ella son, en la mayor proporción, derivados de las grasas que a diario ingerimos en nuestra alimentación.

Existen tres tipos de ácidos grasos: saturados (se encuentran en la grasa animal), monoinsaturados (presentes en algunos vegetales ayudan a disminuir el colesterol malo) y poliinsaturados (comunes en semillas y pescado son también de gran ayuda para la reducción de los niveles de colesterol en la sangre)

Es por esto que la medición periódica de los niveles de colesterol y triglicéridos es un hábito saludable tendiente a disminuir el riesgo de padecer una obstrucción arterial debida a la acumulación de estas sustancias en las paredes arteriales con el consiguiente posible desenlace en un ataque cardíaco o accidente cerebro vascular.

Si bien ambas sustancias son, en niveles normales, indispensables para el buen funcionamiento de nuestro organismo, el incremento de una u otra, lo que puede detectarse a través de un simple análisis de sangre, podría indicar de manera silenciosa un alto riesgo de vida si los parámetros saludables no son controlados a tiempo.

Mientras que el colesterol se une a lipoproteínas para ser transportado hasta las células y estas lipoproteínas pueden ser del tipo HDL (colesterol malo) o LDL (colesterol bueno), por su parte los triglicéridos se acumulan en tejido adiposo como un reservorio natural de energía que el organismo utilizará cuando lo considere necesario y servirán de aislantes para ayudar a mantener la temperatura corporal y proteger de traumatismos. Los triglicéridos por sí solos no revisten mayor peligro, pero son potencialmente dañinos cuando su nivel es excesivo, situación que se da con frecuencia en pacientes con sobrepeso u obesidad.

Una vez más comprobamos que el ejercicio físico es fundamental para disminuir la acumulación de tejido adiposo y por ende de triglicéridos acumulados en ellos. Al mismo tiempo las dietas bajas en contenidos grasos, con abundantes frutas y vegetales y el abandono de hábitos perjudiciales como el cigarrillo o demasiada cafeína, son los aliados necesarios para preservar una óptima salud arterial y un notable mejoramiento en nuestra calidad de vida.

Síntomas del Colesterol

Desde que la ciencia médica descubrió el colesterol se ha entregado al estudio de esta sustancia que nuestro organismo produce de manera natural, especialmente en el hígado, con la función específica de formar parte de la estructura de células y una gran cantidad de hormonas. Así es como han podido determinarse parámetros de seguridad en torno a los índices de colesterol que pueden medirse a través de un simple análisis de sangre.

Uno de los mayores problemas que presenta un alto nivel de colesterol en la sangre, es la ausencia de síntomas. Las placas grasas van acumulándose paulatina y silenciosamente en las arterias produciendo ateroesclerosis y el consiguiente riesgo para la vida, pues un taponamiento sorpresivo puede producir un infarto masivo, un accidente cerebrovascular, e incluso la muerte.

Mucho tiempo se ha invertido en el estudio pormenorizado de los índices de colesterol de personas mayores de 40 años y no han podido identificarse síntomas o señales que hagan prever un aumento en sus valores. Empeora las cosas el hecho de que muchas personas tienen altos porcentajes de colesterol (colesterolemia) desde su nacimiento, debido a causas genéticas aún no muy comprendidas por la ciencia.

A excepción de estos casos, las dietas ricas en grasas saturadas, aceites, carnes rojas, lácteos y huevos, la falta de ejercicio físico, el sedentarismo en general, el tabaquismo, entre otros factores, debieran llevarnos a suponer que nuestra salud está en riesgo y a tomar los debidos recaudos. También es conveniente recordar que el colesterol aumenta con la edad, es por eso que las personas mayores deben someterse a controles periódicos.

Por lo general las mujeres en edad fértil poseen valores de colesterol inferiores a los masculinos en la misma edad. Esto es quizá debido a la presencia de estrógenos. Pero una vez iniciada la menopausia, los índices de colesterol se incrementan notablemente. Otro desencadenante de un aumento de colesterolemia es el estrés. Se ha comprobado que personas sometidas a fuertes presiones laborales, sociales, familiares o que atraviesan situaciones traumáticas poseen mayores cantidades de colesterol en sus arterias.

A pesar de que estamos hablando de un enemigo muy silencioso, que no da ninguna señal o aviso, afortunadamente las principales causas del incremento de los niveles de colesterol son evitables o, cuando menos, controlables, como el caso del cigarrillo, la mala alimentación y el sedentarismo. Es suficiente un cambio de hábito responsable y conciente, para notar de inmediato un marcado descenso en los índices de colesterolemia y por consiguiente, beneficios concretos sobre la salud.

 

Vitamina C Pura

 

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Las propiedades antioxidantes y rejuvenecedoras de la vitamina C son conocidas desde hace muchísimo tiempo. Más exactamente desde 1928 en que sus propiedades fueron confirmadas por estudios científicos y desde entonces se convirtió en una de las principales aliadas en la regeneración de tejidos y la prevención de numerosas enfermedades.

A tal punto la vitamina C es fundamental para una vida sana que estudios realizados por el premio Nobel Linus Pauling, establecieron que las personas que ingerían dosis de ácido ascórbico diarias mayores a los 300mg, podían extender su expectativa de vida entre 12 y 18 años.

Aunque una dosis razonable de vitamina C (o ácido ascórbico) se obtiene de la ingesta de alimentos que la contienen (kiwi, cítricos en general, etc.), algunos de sus beneficios sólo pueden aprovecharse mediante su aplicación directa, por ejemplo en la piel. Debido a su inestabilidad química en contacto con el agua o el aire, la producción de vitamina C pura no ha sido posible sino hasta que la ciencia lograra controlar estas características inherentes a su composición química. Sigue leyendo Vitamina C Pura

Vitamina C

La vitamina C es una de las más utilizadas, no sólo por su accesibilidad sino porque constituye uno de los nutrientes celulares principales de nuestro organismo. Sus múltiples propiedades han sido estudiadas durante muchos años y algunos expertos atribuyen el origen de una gran cantidad de  enfermedades a su carencia en la alimentación cotidiana.

La Vitamina C es quizá el más poderoso antioxidante que nos provee la naturaleza y un óptimo estimulador del sistema de defensas de nuestro cuerpo. Regeneradora de tejidos, cumple un rol fundamental en la absorción de hierro, contribuye al buen desarrollo de huesos y tejidos conectivos, es una poderosa fuente de prevención de alergias e infecciones y su presencia es decisiva para la formación y fortalecimiento de vasos sanguíneos.

Desde su descubrimiento, a raíz de la costumbre de los navegantes que contraían escorbuto de ingerir grandes cantidades de zumo de limón, cada día se le atribuyen más y mejores propiedades en diferentes aspectos de la salud humana como la activación de la coagulación de la sangre y por ende, en el tratamiento de hemorragias.

Su presencia en dosis adecuadas, estimadas por la Administración de Alimentos y Bebidas de los Estados Unidos en 60mg/dia, posibilita la formación de dientes y encías sanos y actualmente se estudian sus potenciales anticancerígenos cuando es administrada en cantidades superiores a los 500mg. El organismo humano (ni el animal) no sintetiza la Vitamina C, por lo que su provisión debe llegar desde fuentes externas como frutas y vegetales que la contienen en diferentes proporciones.

Como en el caso de cualquier vitamina, el excedente se elimina en la orina, sin embargo es necesario ser precavido en la ingesta excesiva puesto que podría provocar el efecto contrario al deseado por saturación del organismo y por consiguiente, éste dejará de absorber sus propiedades.

Entre sus cualidades más reconocidas y confirmadas a través del tiempo se destacan: mejora la visión y previene de enfermedades oculares como glaucomas o cataratas, fortalece el sistema inmunológico, reduce los procesos alérgicos como el asma, mejora notablemente los trastornos dérmicos como psoriasis, eccemas y dermatitis, es un poderoso cicatrizante y reconstituyente tisular empleado en el tratamiento de quemaduras y heridas, alivia los síntomas de la menopausia debido a que incrementa la producción de estrógenos, es un reconocido bactericida, laxante, fortalecedor óseo, hipotensor (disminuye la presión arterial alta), es desintoxicante, etc.